lunes, 27 de agosto de 2012

Una persona(lidad) especial

All things must pass
George Harrison
Folk-rock, pop-rock, 1970
Una de las figuras más misteriosas, y no precisamente por desconocida, de la historia del rock’n roll es George Harrison. Genio musical ensombrecido por el talento y el carisma de sus compañeros en The Beatles, la vida de este tímido guitarrista, el más joven de los Fab Four de Liverpool, se conoce por algunas excentricidades y actos más o menos reseñables, algo que queda en un segundo plano cuando uno se acerca a su obra. Y es que, al margen de sus escarceos religiosos, sus retiros espirituales y sus triángulos amorosos, Harrison destaca por ser un compositor sensible, conmovedor, emocionante, quizás de una profundidad insondable y, sin duda, indescifrable con esos apuntes biográficos que han trascendido.

Después de una década en The Beatles, a la sombra de la productividad compositiva y comercial del carismático dúo Lennon y McCartney, que apenas permitió diecisiete temas del puño y letra de Harrison en los discos de la formación de Liverpool, la reserva de canciones que el guitarrista guardaba de esos años, con sus distintas etapas, influencias y temáticas, era más que amplia. Con la cartera llena de ideas más o menos perfiladas, Harrison se permitió una licencia poco habitual en el mundo de la música, un disco triple de canciones completamente inéditas, convirtiéndose en el primer músico que se atrevía a juntar tanto material nuevo en un único lanzamiento discográfico, su debut en la industria discográfica, al margen de dos ‘aventuras’ anteriores: la banda sonora de la película “Wonderwall” y unos experimentos con el sintetizador Moog editado bajo el título “Electronic sounds”.

Sin embargo, y en parte gracias a ese carácter especial que hace de George Harrison un valor ineludible para el desarrollo de la música popular, la gestación de este “All things must pass” no fue obra únicamente del guitarrista de Liverpool. Y es que, a lo largo de sus años con The Beatles, y lejos de carácter más ‘estelar’ del resto de la banda, Harrison dedicó mucho tiempo a fraguar amistades con otros ‘compañeros’ de profesión, músicos de uno y otro lado del Atlántico con los que nunca dudó en colaborar. De este modo, nombres como Bob Dylan, que ayudó a componer y arreglar algunas de las canciones; Eric Clapton, guitarrista principal en gran parte de los cortes del disco; Ringo Starr o Billy Preston, el quinto ‘beatle’, destacan en una lisa de músicos y colaboradores en los que aparecen también los bajistas Carl Raddle y Klaus Voorman, los baterías Phill Collins, Ginger Baker y Jim Gordon, el teclista Bobby Whitlock y los ‘vientos’ Bobby Keys y Jim Price. En resumen, algunos de los mejores músicos solistas y de sesión de la época.

A pesar de la fuerte influencia que supone enrolarse durante diez años en una de las bandas más famosas de la historia del rock’n roll, este primer disco de George Harrison no se muestra excesivamente nostálgico de las canciones de los de Liverpool, al menos no de su primera época. Así, y con un cierto sabor pop más o menos comercial en canciones como “What is life”, “Awaiting on you all” o “Ballad of Frankie Crisp (Let it roll)”, “All things must pass” destaca por retratar a un artista en estado de gracia que consigue hacer suyos diferentes sonidos y estilos, mostrando especial predilección por el tratamiento folk y country de algunas canciones, siempre como el rock’n roll y el blues como base.

De este modo, las baladas tienen un gran peso en este largo disco, reflejando la comprometida y sensible personalidad de este artista en canciones como las dos versiones de “Isn’t it a pity”, “Beware of darkness”, “All things must pass”, “Hear me lord” o “I’d have you anytime”, de corte más ‘bluesero’. De corte más folk en sus sonidos e influencias, el disco incluye canciones como “My sweet lord”, principal ‘hit’ del disco en su explotación comercial, “Behind the locked door”, “Apple scruffs” o “If not for you”, carilosa versión de Harrison de un tema de Bob Dylan. El rock está más presente en canciones como la ilusionante “Wah-wah” y “Let it down”, “I dig love” y “Art of dying”, piezas más complejas y con ciertas reminiscencias ‘hippies’ y psicodélicas.

El tercer disco de “All things must pass” reúne grabaciones realizadas durante los ensayos y encuentros de los distintos músicos colaboradores, jam sessions que se han convertido en parte de la historia del rock dada la entidad de sus protagonistas. De este modo, cortes como “Out of the blue”, “I remember Jeep”, “Thanks for the pepperoni” o “Plug me in” reúnen algunos buenos momentos de improvisaciones y ensayos en los que las guitarras de Harrison y Clapton se hacen especialmente protagonistas.

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