All things
must pass
George
Harrison
Folk-rock,
pop-rock, 1970
Una de las figuras más misteriosas, y no precisamente por
desconocida, de la historia del rock’n roll es George Harrison. Genio musical
ensombrecido por el talento y el carisma de sus compañeros en The Beatles, la
vida de este tímido guitarrista, el más joven de los Fab Four de Liverpool, se
conoce por algunas excentricidades y actos más o menos reseñables, algo que
queda en un segundo plano cuando uno se acerca a su obra. Y es que, al margen
de sus escarceos religiosos, sus retiros espirituales y sus triángulos
amorosos, Harrison destaca por ser un compositor sensible, conmovedor,
emocionante, quizás de una profundidad insondable y, sin duda, indescifrable
con esos apuntes biográficos que han trascendido.
Después de una década en The Beatles, a la sombra de la
productividad compositiva y comercial del carismático dúo Lennon y McCartney,
que apenas permitió diecisiete temas del puño y letra de Harrison en los discos
de la formación de Liverpool, la reserva de canciones que el guitarrista
guardaba de esos años, con sus distintas etapas, influencias y temáticas, era más
que amplia. Con la cartera llena de ideas más o menos perfiladas, Harrison se
permitió una licencia poco habitual en el mundo de la música, un disco triple
de canciones completamente inéditas, convirtiéndose en el primer músico que se
atrevía a juntar tanto material nuevo en un único lanzamiento discográfico, su
debut en la industria discográfica, al margen de dos ‘aventuras’ anteriores: la
banda sonora de la película “Wonderwall” y unos experimentos con el
sintetizador Moog editado bajo el título “Electronic sounds”.
Sin embargo, y en parte gracias a ese carácter especial que
hace de George Harrison un valor ineludible para el desarrollo de la música
popular, la gestación de este “All things must pass” no fue obra únicamente del
guitarrista de Liverpool. Y es que, a lo largo de sus años con The Beatles, y
lejos de carácter más ‘estelar’ del resto de la banda, Harrison dedicó mucho
tiempo a fraguar amistades con otros ‘compañeros’ de profesión, músicos de uno
y otro lado del Atlántico con los que nunca dudó en colaborar. De este modo,
nombres como Bob Dylan, que ayudó a componer y arreglar algunas de las
canciones; Eric Clapton, guitarrista principal en gran parte de los cortes del
disco; Ringo Starr o Billy Preston, el quinto ‘beatle’, destacan en una lisa de
músicos y colaboradores en los que aparecen también los bajistas Carl Raddle y
Klaus Voorman, los baterías Phill Collins, Ginger Baker y Jim Gordon, el
teclista Bobby Whitlock y los ‘vientos’ Bobby Keys y Jim Price. En resumen,
algunos de los mejores músicos solistas y de sesión de la época.
A pesar de la fuerte influencia que supone enrolarse durante
diez años en una de las bandas más famosas de la historia del rock’n roll, este
primer disco de George Harrison no se muestra excesivamente nostálgico de las
canciones de los de Liverpool, al menos no de su primera época. Así, y con un
cierto sabor pop más o menos comercial en canciones como “What is life”, “Awaiting
on you all” o “Ballad of Frankie Crisp (Let it roll)”, “All things must pass”
destaca por retratar a un artista en estado de gracia que consigue hacer suyos
diferentes sonidos y estilos, mostrando especial predilección por el
tratamiento folk y country de algunas canciones, siempre como el rock’n roll y
el blues como base.
De este modo, las baladas tienen un gran peso en este largo
disco, reflejando la comprometida y sensible personalidad de este artista en
canciones como las dos versiones de “Isn’t it a pity”, “Beware of darkness”, “All things must pass”, “Hear me lord” o “I’d have you anytime”, de corte más ‘bluesero’.
De corte más folk en sus sonidos e influencias, el disco incluye canciones como
“My sweet lord”, principal ‘hit’ del disco en su explotación comercial, “Behind
the locked door”, “Apple scruffs” o “If not for you”, carilosa versión de Harrison
de un tema de Bob Dylan. El rock está más presente en canciones como la
ilusionante “Wah-wah” y “Let it down”, “I dig love” y “Art of dying”, piezas más
complejas y con ciertas reminiscencias ‘hippies’ y psicodélicas.
El tercer disco de “All things must pass” reúne grabaciones realizadas
durante los ensayos y encuentros de los distintos músicos colaboradores, jam
sessions que se han convertido en parte de la historia del rock dada la entidad
de sus protagonistas. De este modo, cortes como “Out of the blue”, “I remember
Jeep”, “Thanks for the pepperoni” o “Plug me in” reúnen algunos buenos momentos
de improvisaciones y ensayos en los que las guitarras de Harrison y Clapton se
hacen especialmente protagonistas.
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