lunes, 28 de enero de 2013

El sustituto

A hard road
John Mayall and the Bluesbreakers 
Blues, 1967
El cambio en la formación de una banda siempre es traumático, máxime cuando se trata de uno de los principales baluartes del grupo en cuestión. Y es que la máxima estrella es siempre difícil de sustituir. En este trance se vio el bluesman británico John Mayall cuando Eric Clapton, uno de los más brillantes guitarristas de la historia del rock, decidió abandonar las filas de los Bluesbreakers después de un año para iniciar su andadura en el power trio Cream.

El elegido para la inasumible tarea de sustituir a manolenta fue Peter Green, un talentoso guitarrista que estaba empezando a tener cierto nombre en el circuito londinense del blues. En lo estilístico, Green estaba aún por desarrollar, aunque ya mostraba muy buenas maneras y, como su antecesor en el puesto, una gran pasión por Freddie King. Además, la obligación de hacerse cargo del repertorio anterior de la banda hizo que el nuevo guitarrista tomara también algunas notas características del sonido y el estilo de Eric Clapton.

Para desgracia de John Mayall, esta incorporación tampoco fue demasiado duradera, dejando como único legado este “A hard road” y unos cuantos conciertos a lo largo de ese año. Posteriormente, Green abandonó la cantera de bluesmen británicos en que se habían convertido los Bluesbreakers para formar junto a Mick Fleetwood y John McVie, antiguos componentes de la banda de Mayall, su propio proyecto, Fleetwood Mac, grupo en el que poco tuvieron que ver sus inicios con su posterior trayectoria.

“A hard road” supone una colección de ritmos y cadencias propias del blues con algunas concesiones a estilos como el rock, el soul o el funk, todo ello a través de un repertorio con temas de Mayall y versiones de clásicos, así como un par de composiciones de Green. El shuffle es el estilo más empleado, casi siempre dando un toque bailable a canciones como “It’s over”, “You don’t love me”, el instrumental “The stumble”, versión de Freddie King para el lucimiento del nuevo guitarrista de la banda; “Hit the highway” o “Top of the hill”.

Sin embargo, Mayall también aborda el blues lento gracias a canciones más emotivas y reflexivas como “A hard road”, la versión de “Someday after a while (you’ll be sorry) o “Another kinda love”, con un tratamiento que toma elementos del soul. Con un cariz más rockero y el boogie como base, la banda incluye en este disco “Leaping Christine” y “Dust my broom”, mientras que “Living alone” abre la puerta a ritmos más cadenciosos con elementos del funk y el rock sureño. Mención aparte merece “The super-natural”, una composición instrumental de Green en la que el guitarrista muestra algunas de las inquietudes musicales que desarrollará en Fleetwood Mac, con pasajes más líricos y sonidos y efectos más psicodélicos, aunque siempre con un ojo puesto en el blues.

martes, 8 de enero de 2013

Un rock diferente

Thirds
James Gang
Blues-rock, 1971
Los inicios son siempre complicados, y más cuando uno va cambiando de socios ene l camino. Ese es el caso de James Gang, una banda que pasó de quinteto a trío y contó con casi una decena de músicos diferentes hasta que, tres años después de su fundación y mudados a California, epicentro musical a finales de los 60, desde su Ohio natal, se lanzaron al fin al negocio discográfico. El guitarrista Joe Walsh se había convertido, a pesar de ser uno de los últimos en llegar, en el líder creativo y carismático de un power trio un poco distinto a los que nutrían el panorama musical de la época.

Y es que, a pesar de tener el rock como base y el blues como inspiración, James Gang destacaba por una influencia evidente de estilos tan dispares como el funky, el soul y el folk. Todo ello se unía además a la personal voz de Walsh y a un estilo instrumental alejado de los guitar heroes de aquellos años, con ritmos contrapeados y fraseos sorprendentes.

“Thirds” es el último disco de estudio en el que Walsh capitanea la banda, despidiéndose de tres años de estrecha colaboración con el fin de poder dar rienda suelta a sus más que variadas pasiones musicales y, posteriormente, obtener relevancia ante el gran público enrolándose en Eagles. Y eso que este fue el mayor éxito comercial de la breve y azarosa historia de la banda.

El disco se abre con “Walk away”, el mayor ‘hit’ del grupo, tanto por su repercusión comercial como por su fórmula, rock’n roll potente de sonido arrollador con la marca de la casa del personal sonido de guitarra de Walsh. Sin embargo, el resto del álbum huye de este tipo de canciones y se adentra en composiciones más introvertidas, medios tiempos y baladas que, a medio camino entre el soul y el folk, dejan algo de espacio para la experimentación sonora de los tres miembros de la banda. En ese el caso de “It’s all the same”, de corte más hippie; “Again” y “Live my life again”, con una marcada influencia folk, y “White man-black man”, un alegato antirracista de sonoridad soul.

A pesar de ello, Walsh y sus compañeros, el bajista Dale Peters y el batería Jim Fox, también prueban otros ritmos. Así, “Things I could be” vuelve a la cadencia funky a los riffs guitarreros, mientras que el blues se hace presente en el lánguido “Yadig?”. El toque campestre lo dan el riff casi sureño de “Midnight man” y “Dreamin’ in the country”, de sonoridad country y melodías pop.

jueves, 3 de enero de 2013

La búsqueda del éxito

The Supremes A’Go-Go
The Supremes 
Soul, pop, 1966
Motown siempre destacó por una gran organización del trabajo. De este modo, y a pesar de la gran labor a la hora de descubrir talentos en las diferentes facetas de la producción, grabación e interpretación musical, la empresa estaba diseñada para funcionar como una cadena de montaje, tal y como hacían sus vecinos de la industria automovilística de Detroit. De este modo, contaban con los mejores compositores, músicos solventes y creativos, productores experimentados y con oído y estrellas con carisma y voces reconocibles, la receta del éxito.

Además, la concentración de talentos y cabezas pensantes en un mismo sitio, el estudio Hitsville, USA, la sede central de la empresa, ofrecía la posibilidad de repetir éxito con una misma canción en las voces de diferentes artistas o, al menos, tener material para completar los discos y, de este modo, guardar las nuevas canciones de sus compositores para futuros lanzamientos.

Un buen ejemplo de esa organización casi militar que tan productiva fue para Berry Gordy Jr. y los suyos es este “The Supremes A´Go-Go”, un álbum que contiene apenas tres canciones originales, pero cuyos doce cortes son composiciones esenciales en el desarrollo del pop y del soul. La mayor parte de estas canciones están escritas por el prolífico trío Holland-Dozier-Holland, que también se encargan de la producción de las mismas, mientras que la parte instrumental corre a cargo de The Funk Brothers, banda de  estudio de Motown que, a pesar de sus largas horas de trabajo, nunca fue acreditada músico a músico hasta principios de los 70.

Este disco ofrece como novedades dos de los grandes éxitos de The Supremes, el mítico “You can’t hurry love” y “Love is like a itching in my heart”, y “Put yourself in my place”, tres temas que resumen muy bien el estilo del grupo, un pop de raíces rhythm’n blues de letras edulcoradas y ritmos bailables. En lo musical, poco innova el resto del disco, sino que se trata de adaptaciones de otras canciones de cierto éxito a la voz de Diana Ross y sus coristas de lujo, Mary Wilson y Florence Ballard.

Así, “The Supremes A’Go-Go” ofrece versiones de temas anteriormente lanzados por The Four Tops, como el arrollador “I can’t help myself”, “Baby, I need your loving” y “Shake me, wake me (when it’s over)”; o The Temptations, del que rescatan el imprescindible “Get ready”. En este reciclaje musical también entran “This old heart of mine (is weak for you)” de The Isley Brothers, “These boots are made for walkin´” de Nancy Sinatra, “Money (that’s what I want)” de Barrett Strong y “Hang on Sloopy” de The McCoys.