miércoles, 1 de agosto de 2012

Buscando la inspiración en el campo

The Doobie Brothers
The Doobie Brothers
Folk-rock, country-rock, 1971

El country y el folk fueron dos de los estilos que más favorecidos se vieron por el crisol artístico que supusieron los años finales de los 60, una época especialmente activa y, sobre todo, variada en lo musical. Y es que, si bien muchos recibieron el padrinazgo del blues u otros estilos tradicionales, fueron muchos los grupos que, a partir de aquellos años revitalizaron estos sonidos con el fin renovarlos musical o temáticamente y actualizarlos.

No es raro que durante aquella época y en los años posteriores, nacieran muchas nuevas bandas que también como base los viejos esquemas del country y el folk y las nuevas sonoridades de estilos como el rock sureño. Ése es el caso de The Doobie Brothers, formación californiana que, antes de fichar nuevos instrumentistas, principalmente en la percusión y los vientos, lanzó al mercado un primer disco con una banda más ‘standard’ en el que, a pesar de apuntar algunas de las que serán las características definitorias de su primera época, se muestran algo más respetuosos con la producción y la sonoridad de los estilos tradicionales. Y es que en este álbum homónimo ya hay influencias del soul y el country, una tendencia hacia los coros gospel, voces que disparan hasta el infinito sus estribillos y ritmos desenfrenados propios de sus éxitos posteriores, como “Listen to the music” o “Long train runnin’”.

Este meriotorio primer disco se abre con “Nobody”, una canción que preludia lo que serán los futuros Doobie Brothers, aunque con un toque de rock sureño y una cierta influencia hippie que sobrevuela casi todo el álbum. En esta misma línea, el todavía cuarteto firma otras canciones como “It won’t be right”, “Feelin’ down further” o “Growing a little each day”, ahondando en una fórmula que les granjeará algunos éxitos en la primera época, antes de que Michael McDonnald se haga cargo del grupo y lo lleve hacia sonidos más artificiales y ochenteros. El gusto por el country y el folk se muestra claramente en temas como “Slippery St. Paul” y “Greenwood Creep”, dos de los mejores números de este disco de debut. La cuota ‘hippie’ que todo disco incluía durante los primeros años de los 70 se corresponde con dos bonitas baladas, “Travelling man” y “Closer every day”, minetras que los ‘hermanos Doobie’ también se dejan seducir por sonidos más duros, por el lado más ‘oscuro’ del rock sureño en “The beehive state”. El broche de oro a este pequeña piedra preciosa escondida entre el éxito posterior de la banda californiana es “Chicago”, una peculiar versión de varios clásicos del blues, aunque siempre con un cierto aire campestre.

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