The Doobie
Brothers
Folk-rock,
country-rock, 1971
El country y el folk fueron dos de los estilos que más favorecidos se vieron por el crisol artístico que supusieron los años finales de los 60, una época especialmente activa y, sobre todo, variada en lo musical. Y es que, si bien muchos recibieron el padrinazgo del blues u otros estilos tradicionales, fueron muchos los grupos que, a partir de aquellos años revitalizaron estos sonidos con el fin renovarlos musical o temáticamente y actualizarlos.
No es raro que durante aquella época y en los años
posteriores, nacieran muchas nuevas bandas que también como base los viejos esquemas
del country y el folk y las nuevas sonoridades de estilos como el rock sureño.
Ése es el caso de The Doobie Brothers, formación californiana que, antes de
fichar nuevos instrumentistas, principalmente en la percusión y los vientos,
lanzó al mercado un primer disco con una banda más ‘standard’ en el que, a
pesar de apuntar algunas de las que serán las características definitorias de
su primera época, se muestran algo más respetuosos con la producción y la
sonoridad de los estilos tradicionales. Y es que en este álbum homónimo ya hay
influencias del soul y el country, una tendencia hacia los coros gospel, voces
que disparan hasta el infinito sus estribillos y ritmos desenfrenados propios
de sus éxitos posteriores, como “Listen to the music” o “Long train runnin’”.
Este meriotorio primer disco se abre con “Nobody”, una canción que
preludia lo que serán los futuros Doobie Brothers, aunque con un toque de rock
sureño y una cierta influencia hippie que sobrevuela casi todo el álbum. En
esta misma línea, el todavía cuarteto firma otras canciones como “It won’t be
right”, “Feelin’ down further” o “Growing a little each day”, ahondando en una
fórmula que les granjeará algunos éxitos en la primera época, antes de que
Michael McDonnald se haga cargo del grupo y lo lleve hacia sonidos más artificiales
y ochenteros. El gusto por el country y el folk se muestra claramente en temas
como “Slippery St. Paul” y “Greenwood Creep”, dos de los mejores números de
este disco de debut. La cuota ‘hippie’ que todo disco incluía durante los
primeros años de los 70 se corresponde con dos bonitas baladas, “Travelling man”
y “Closer every day”, minetras que los ‘hermanos Doobie’ también se dejan seducir
por sonidos más duros, por el lado más ‘oscuro’ del rock sureño en “The beehive
state”. El broche de oro a este pequeña piedra preciosa escondida entre el éxito
posterior de la banda californiana es “Chicago”, una peculiar versión de varios
clásicos del blues, aunque siempre con un cierto aire campestre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario