martes, 21 de mayo de 2013

El sucio brillo de la guitarra

Johnny Winter
Johnny Winter
Blues-rock, 1969
Johnny Winter estaba destinado a vivir sobre un escenario. Desde muy pequeño, animado por los gustos musicales de sus padres y en eterna colaboración (o competición) con su hermano Edgar, el mítico guitarrista albino empezó a conocer los sonidos y los ritmos de todo tipo de estilos musicales y a guerrear con las cuerdas de la guitarra y el ukelele. De este modo, su debut, tanto en directo como en estudio, fue bastante precoz, versionando a The Everly Brothers junto a su hermano a los 10 años en una función escolar y grabando un single con su banda adolescente Johnny and the Jammers a los 15.

En esos años, el blues se cruzó en su vida y, con una formación musical más que avanzada, pronto apadrinó el viejo estilo negro como propio. Después de algunas giras por el gigantesco estado de Texas, Winter por fin decidió meterse en un estudio para grabar “The progressive blues experiment”. A pesar de la limitada difusión del disco, editado por un sello local, este debut discográfico sí consiguió abrirle algunas puertas y nuevos escenarios en los que mostrar su casi virtuosa forma de tocar la guitarra y su concepción de un blues más potente y rocoso, aunque sin perder un pizca de autenticidad.

Con ese reconocimiento ganado y un contrato por una discográfica más importante en el bolsillo, el guitarrista publicó “Johnny Winter”, un disco que ahondaba en los mismos preceptos que su debut, con interpretaciones ortodoxas aunque desbocadas de clásicos del blues y algunas composiciones propias que asumían con respeto y cierta curiosidad juvenil las claves del sonido de viejos bluesmen como B. B. King o Muddy Waters.

El disco se abre con “I’m yours and I’m hers”, una mezcla de blues clásico con sonidos más rockeros y con la brillante técnica y el sucio fraseo de Winter, tanto en los riffs como en sus solos de slide, una estrategia que se repite en “Leland Mississippi blues”, otra pieza que resume a la perfección el estilo del guitarrista texano. Igualmente, “Be careful with a fool” y “Back door friend”, sendas versiones de viejos clásicos desempolvados por Winter, muestran igualmente esa mezcla entre la ortodoxia y las ganas de modernidad, esta vez con un ritmo más lento.

Sin embargo, este disco también sirve para que Winter y su banda demuestren la variedad de sonidos que son capaces de desarrollar. Así, en “Dallas” y “When you got a good friend”,  el tema a tratar es el blues más pantanoso y primigenio y sus conexiones con el country y el folk, mientras que la magnífica versión de “I’ll drown in my own tears”, el grupo aborda sonidos más cercanos al soul. En el campo del blues más puro, “Mean mistreater” es una balada que cuenta con la participación de dos viejso ídolos de Winter, el bajista Willie Dixon y el armonicista Walter “Shakey” Horton, mientras que “Good morning little schoolgirl” permite a los músicos explorar los caminos del rhythm’n blues y el rock’n roll, con una sección de vientos incluida.

lunes, 6 de mayo de 2013

El oficio de escribir canciones

Writer 
Carole King 
Pop, soft rock, folk-rock, 1970
Dentro de la gran maquinaria que supone el negocio musical, hay distintos engranajes, muchos de ellos especializados únicamente en una tarea, ya sea la composición de las canciones, la producción de las grabaciones o la interpretación instrumental. Sin embargo, hay quien se salta esa jerarquía de cadena de producción y viaja de un lado al otro de los distintos oficios dentro de la compartimentación que impone la profesionalización de este arte.

Carole King empezó a escribir canciones dentro de la industria a los 17 años, siendo responsable junto a su marido Gerry Goffin, de decenas de éxitos de lo largo de la década de los 60. Sin embargo, con la experiencia que supone más de una década dedicada al oficio de escribir y arreglar canciones y con la ayuda de decenas de amigos músicos encontrados a lo largo de este camino, entre los que destacan colaboradores habituales a lo largo de su carrera como James Taylor, King decidió comprobar cómo quedaban aquellas canciones en la voz de su propia creadora, más allá de las cintas que habitualmente grabada para anotar ideas o para presentar los proyectos en los sellos discográficos.

“Writer” es un título muy definitorio para el disco de debut de esta compositora como protagonista de su propia obra. En él, King recoge un puñado de canciones, algunas de ellas ya estrenadas por otros artistas, otras de nueva creación, en las que se deja ver el buen gusto, la elegancia y la sensibilidad pop que habitualmente presentan sus canciones, con ramalazos estilísticos cercanos al rock, el soul y el folk, aunque recolectando ideas y sonoridades de prácticamente todos los estilos de la época.

El disco ahonda en las baladas pop de melodías atractivas y producción elegante, una de las especialidades de la casa, con canciones como “No easy way down” o “Can’t you be real”, de inspiración soul; o “Child of mine” y “Out on the roof”, que se fijan más en el folk y el gospel. Sin embargo, el repertorio de influencias y experimentos a la composición no se queda ahí, ya que canciones como “Goin’ back” o “Eventually” incluyen algunos arrebatos hippie-folk que dan una mayor profundidad a sus letras.

Pero el juego no termina en las baladas, sino que King incluye en este primer disco, un buen prólogo para el exitoso “Tapestry” de un año después, canciones de todo tipo de influencias y ritmos. De hecho, “Writer” se abre con los efluvios a medio camino entre el funky y el rock’n roll de “Spaceship races”, cadencias con las que también coquetea King en “I can´t hear you no more”, y se da un paseo por el campo con “To love” y “Sweet sweetheart”, de clara inspiración country, mientras que también se acude a la sonoridad de estilos como el blues o el jazz en “Raspberry jam” y “What have you got to lose”.