viernes, 17 de enero de 2014

Asuntos del cuerpo y del alma

Wet Willie II
Wet Willie
Rock sureño, soul-rock, 1972
El diverso conglomerado de estilos musicales nacidos y desarrollados en los estados del Sur de Estados Unidos es tan amplio que una etiqueta como rock sureño se queda corta para definir o describir con exactitud qué es lo que están haciendo grupos tan dispares como Lynyrd Skynyrd, The Allman Brothers Band, ZZ Top y otros contemporáneos. Blues, soul, folk, rock’n roll, country y gospel son las principales fuentes de las que cada uno de estos grupos beben en diferente proporción, si bien el actual rock sureño ha estandarizado bastante más su sonido y sus influencias, haciendo caso omiso de una venerable tradición.

Wet Willie es uno más de esa pléyade de grupos que, bajo el amparo del mítico sello Capricorn de Macon, Georgia, dieron su autorizada opinión de lo que el rock procedente del Sur debía contener, a pesar de un nombre afortunado que se corresponde con la fechoría infantil de introducir un dedo húmedo, normalmente de saliva, en la oreja de otro. Formado en Mobile, en Alabama, ciudad de tamaño mediano pero con una excelente ubicación junto al océano, limitando con el vecino estado de Mississippi y a apenas 200 kilómetros de la ciudad de música de Nueva Orleans, el grupo no sabía muy bien cuál sería su camino musical cuando se juntaron por primera vez. Así, se fueron añadiendo elementos (la banda llegó a contar con nueve miembros) hasta conseguir una mezcla en la perfecta proporción de todos aquellos sonidos que influían a cada uno de sus miembros. De este modo, el grupo terminó configurando un estilo que llevaba el soul y el gospel a terrenos más asequibles para un grupo de chicos blancos, sin olvidar el rock’n roll y el blues primigenio.

“Wet Willie II” es la plasmación de esta labor de ingeniería para conseguir que estilos tan característicos consigan abrazarse de una forma tan melodiosa. Aunque todavía no cuenta con el trío de coristas, The Williettes, a tiempo completo, algo que les dará aún un carácter más festivo, la banda consigue reunir una colección de canciones perfectamente bailables al quedarse con los elementos que les interesan de cada uno de los estilos consultados. Gracias a este trabajo de experimentación y análisis, más tarde llegará el éxito relativo de “Keep on smilin’” y el inspirado trabajo de “Dixie rock”.

Así, el disco se abre con “Shout Bamalama”, una pieza de rock’n roll desenfrenado con un toque de soul bailable, muy similar en la actitud a otras canciones de este segundo álbum de la banda como la versión del clásico “Keep a-knockin’” o “Shotgun man”, ésta con un toque más soul y cierta influencia del blues. Algo similar intenta hacer el, por entonces, sexteto con “Love made me”, en el que se toman melodías cercanas al gospel con un tratamiento blues-rock y una cadencia más que bailable. Pero si a esta banda se la enmarca dentro del rock sureño es gracias a canciones como el instrumental “Red hot chicken”, una composición con elementos rock y un ritmo sincopado influencia de los estilos negros, sobre todo el funky, en la que Jimmy Hall, uno de los líderes principales de la banda, aprovecha para demostrar sus habilidades en el saxofón y la armónica. El disco contiene otros ejemplos de este rock sureño tan candencioso, como “Airport” o “Grits ain’t groceries”.

Al margen de esta colección de canciones vitaminadas y bailables, el disco contiene también momentos más íntimos, como “It hurts me too”, un desgarrador blues lento, o “Shaggi’s song”, una balada en la que se mezclan a la perfección el blues, el folk y el soul.

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