Dr. John
Blues, 1972
Las vivencias personales de un artista suelen marcar de una
forma definitive su obra, influyendo en las temáticas abordadas y el humor con
el que se representa cada una de sus piezas. Dentro de este cúmulo de experiencias
íntimas, el lugar de procedencia, sobre todo si éste cuenta con una gran tradición
en algún tipo de expresión folklórica o artística, cuenta en la mayoría de las
ocasiones con un peso determinante, ya sea por respeto e influencia de ese
glorioso pasado o como reacción antagónica a lo justamente anterior.
Mac Rebennack no puede negar que viene de donde viene. Y es
que la música de Nueva Orleans le acompañó desde muy joven, cuando comenzó a
practicar con el piano de sus primos y a cantar las viejas canciones religiosas
de inspiración blues de su abuelo y sus tías. Con semejante bagaje en la
infancia, ya en la adolescencia comenzó a codearse con algunos de los músicos
más sobresalientes de la ciudad, tales como James Broker y Earl King, así como Professor Longhair, cuyo rumba-boogie causó un
especial impacto en la forma de tocar del joven Mac. A pesar de ir ganándose
cierta fama como músico de sesión en su ciudad natal, el futuro parecía estar
en California, avanzadilla del progreso musical. Una vez allí, y tras trabajar
con músicos de todo pelaje, Rebennack se dio cuenta de que, al margen de los
experimentos con el rock psicodélico que había iniciado, echaba de menos la
música de su infancia, de modo que se rebautizó como Dr. John (con diferentes apellidos
y apodos acompañando a este nombre) y recuperó algunas viejas canciones y
ritmos, así como los trajes tradiciones del popular Carnaval de Nueva Orleans.
“Dr. John’s gumbo” marcó su abrazo definitivo del rhythm’n
blues de su ciudad natal, además del primer reconocimiento a nivel nacional por
parte de la crítica y del público. Y es que Dr. John se había ganado cierta
reputación entre los músicos de la época, pero aún no era demasiado popular
entre el público, algo que consiguió reviviendo precisamente aquellas canciones
y artistas que, durante sus años de aprendizaje en Louisiana, más le habían
influido.
El disco muestra un respeto reverencial por las canciones y los
artistas que versiona, incidiendo en la tradición de ritmos contrapeados de
influencia africana y caribeña de Louisiana, aunque siempre dándole el toque honky-tonk
y cabaretero que caracteriza el piano de Dr. John, muy arraigado en la tradición
de Nueva Orleans pero con influencias de blues y rock’n roll de otras denominaciones
de origen. Con estos mimbres, Rebennack aborda canciones típicas de las fiestas
de su ciudad natal, tales como “Iko iko”, que abre el disco, o “Tipitina”, con un
toque más intimista que la original de su mentor, Professor Longhair. Esa mezcla
de rhythm’n blues con cadencias más cercanas al funky se ven también en
canciones como “Blow wind blow”, “Big chief”, Junko partner”, “Little Liza Jane”
y “Mess around”, ésta con un toque más cercano al rock’n roll.
Con un toque algo más clásico y standard dentro del blues, Dr. John
también se atreve con un tema de cosecha propia, “Somebody changed the lock”, y
con otras versiones de clásicos de artistas de Nueva Orleans, como “Let the good times roll”, “Stack-a-lee” o el medley dedicado a Huey “Piano” Smith,
compuesto por “High blood pressure”, “Don’t you just know it” y “Well, I’ll be
John Brown”, además de con la única balada del disco, “Those lonely lonely
nights”.
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