The
birthday party
The Idle
Race
Pop
psicodélico, 1968
Los años finales de la década de los 60 fueron de tal
actividad musical e innovación creadora que hubo muchos grupos que no pudieron
gozar del éxito comercial que sus compañeros de escenario y generación sí
tuvieron. De este modo, la historia ha querido que muchas de esas ideas, de
esas composiciones imaginativas y propuestas originales, quedaran relegadas a
un segundo plano y, aunque la industria se ha encargado de seguir manteniendo
estos discos en sus archivos, su éxito comercial o artístico relativo ha hecho
que pasen inadvertidos frente a algunas de las grandes obras de nuestros
tiempos.
The Idle Race fue uno de esos grupos tocados por la mala
suerte y por la sobresaturación de grupos, cada uno de ellos con sus
influencias y sus experimentos sonoros, de modo que se vieron lastrados, a
pesar de su buena recepción entre los músicos de la época y la crítica
especializada, por una mayor atención mediática y publicitaria de otros grupos
contemporáneos, todo ello sin contar con los grandes tótems del pop-rock británico que dominaban el panorama mundial. Hermanados con otras bandas de la Inglaterra de finales de los
60 como The Move, the Nightriders o, más tarde, Electric Light Orchestra por el
frecuente deambular de músicos y canciones de uno a otro, la banda se formó en
Birmingham y, en plena búsqueda de un sonido personal, encontraron algo más
valioso, un joven y desconocido guitarrista prodigio, Jeff Lynne, que pronto se
convertiría en el capitán de la nave y responsable principal del sonido, tanto
a nivel compositivo como en el estudio.
“The birthday party” es el primer ejercicio de creación de
Lynne con sus nuevos compañeros, un conjunto de canciones muy influido por los
aires de experimentación de la época y por el pop imperante entre los grupos
británicos de la década. De este modo, el grupo fue desarrollando un estilo de
sonoridad pop e inspiración psicodélica caracterizado por melodías optimistas
con armonías vocales complejas y resplandecientes para sostener letras
imaginativas y evocadoras, todo ello rodeado de multitud de efectos sonoros,
tanto en el tratamiento de los instrumentos como en forma de complemento o
divertimento, y con una teatralidad que, en ocasiones, roza lo circense.
“Skeleton and the roundabout”, el tema que abre el álbum, da
buen ejemplo de cómo son las composiciones de Lynne en esta época, con un
marcada influencia del pop psicodélico y ese particular tratamiento colorista y
vitalista de las canciones, sea cual sea su temática. En esta misma línea, este
álbum de debut también incluye canciones como “I like my toys”, “Sitting in a
tree”, “Lucky man”, “Pie in the sky” y “End of the road”.
Sin embargo, la inventiva de The Idle Race también tiene otras
influencias e inquietudes, que se reflejan en otras de sus composiciones. Así,
“The birthday” sigue la línea del pop psicodélico, aunque de una forma más
reflexiva e inquietante, mientras que temas como “Morning sunshine”, “Follow
me, follow” y “On with the snow” muestran un carácter más hippie y un cierto
gusto por el folk. Además, Lynne y los suyos también se visten de cantautores
con una canción crónica de tratamiento peculiar, “(Don’t put your boys in the
army) Mrs. Ward”, y una pieza de inspiración clásica, “The lady who said shecould fly”.
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