Last time around
Buffalo Springfield
Folk-rock, 1968
Los proyectos musicales son seres vivos y, como tales,
nacen, crecen y, finalmente y por razones de lo más diverso, mueren. Como con
las distintas especies animales, cada grupo tiene sus tiempos de vida, sus
maneras de adaptarse al entorno e, incluso, su capacidad de reproducirse o
establecer relaciones con otros músicos y bandas. De esta forma, es muy difícil
poder prever cuál será el devenir futuro de un artista, si bien hay algunos
lugares comunes que pueden dar por finalizada estas relaciones, tales como
luchas de egos, problemas con las drogas o la ley y triángulos amorosos.
En el caso de Buffalo Springfield, no hubo líos de faldas de
por medio, aunque sí algunos escarceos con la legalidad y el distanciamiento de
caminos e intereses estéticos tan habitual en la uniones de talentos jóvenes
tan desbordantes. Neil Young y Bruce Palmer se conocieron en Canadá y
decidieron ir a buscar fortuna a la soleada California, El Dorado musical del
momento, donde pronto coincidieron con otro canadiense, Dewey Martin. Por su
parte, Richie Furay y Stephen Stills se conocieron casi por casualidad sobre el
escenario del neoyorkino Café Au Go Go y en las futuras giras que surgieron de
esta acumulación de talento. Encuentros frecuentes en conciertos hicieron que
los cinco músicos fueran trabando cierta amistad y decidieran trabajar juntos.
El éxito fue casi inmediato, con la primera canción de su primer álbum, “For
what it’s worth”, como también lo fue la dedicación de cada uno de ellos a sus
labores una vez explotado el disco de debut y con el segundo ya en el mercado. Young empezó a dar conciertos en solitario,
Stills se iniciaba en nuevas influencias estilísticas y se juntaba con nuevos
músicos y Furay comenzó a juntarse mucho con Jim Messina, productor e ingeniero
de sonido con el que, a la postre, fundó el grupo Poco. Todo ello mientras
Palmer caía en varias ocasiones en las manos de la policía por posesión de
marihuana y era deportado a Canadá en varias ocasiones.
De este modo, “Last time around” se convirtió en un
ejercicio de recopilación de viejas canciones grabadas en el último año de vida
de la banda y algunos experimentos personales para completar la duración del LP,
todo en aras de respetar el contrato discográfico, que exigía un álbum más. En
sus doce canciones, Stills es el que se muestra más distante e independiente,
mientras que Furay y Young aún son capaces de colaborar en algunas de las
canciones e incluso el recién llegado Messina aporta y canta una canción.
El disco se abre con “On the way home", composición de Young
genialmente adaptada a ritmos más pop-rock por Furay. Y es que, si bien el
canadiense ya tenía la vista puesta en el folk-rock que le serviría de base a
su obra durante las siguientes décadas, muestra de ello es el “I am a child” que
aquí se incluye, el de Ohio tenía aún una visión más amplia y, sobre todo, una
cierta facilidad para las melodías más digeribles. Así, a este disco aporta
sonoridades pop-rock a canciones como “It’s so hard to wait”, firmada junto a
Young y con un cierto regusto blues, y la balada “Merry-go-round”, además de
preludiar su futuro en el country-rock con “Kind woman” y dejarse llevar por la
psicodelia con “The hour of not quite rain”, un tema que surge de la letra
ganadora de un concurso radiofónico auspiciado por la discográfica. Incluso la
canción aportada por su nuevo colaborador Jim Messina, “Carefree country day”, cuenta
con ese toque entre el country y el pop.
Por su parte, la obra de Stills muestra toda la variedad
de canciones que el texano irá desgranando a través de su andadura en
solitario, con Manassas y con Crosby y Nash. Así, hay excursiones por las
conexiones entre el blues, el rock y el folk, siempre con un toque de
psicodelia (“Four days gone”, “Special care” y “Questions”) y algunos
experimentos con los ritmos latinos (“Pretty girl why” y “Uno mundo”).