Memphis Heat
Memphis
Slim & Canned Heat (with The Memphis Horns)
Blues, blues-rock, 1981 (publicado en 1973 solamente en
Francia)
El refrán dice que es de bien nacidos ser agradecidos, una
costumbre que, dentro del mundo de la música, va por barrios. Es cierto que
algunas generaciones de artistas se suben en el altar de su propia gloria y no
hacen referencia a sus mentores, si bien lo más habitual es que quienes se
dedican a esto de buscar la belleza en forma de canciones sí reconozcan y
agradezcan, cada cual a su manera y con sus medios, a aquellos que les marcaron el camino. Los
grandes creadores del blues eléctrico, incluso algunos de los pioneros de este
estilo, fueron quizás los más reivindicados por aquellos que, a partir de los
años 60 y sin las restricciones de raza de otras décadas, retomaron los sonidos
primigenios, ya fuera de forma ortodoxa o en alguna particular y aventurada
relectura.
Una de las bandas que más ayudó a la difusión de la obra y
la revitalización de las carreras de sus viejos héroes fue Canned Heat, una
banda que, no contenta con reclamar la atención sobre las canciones de sus
maestros a través de su interpretación, se dio el gustazo de colaborar
frecuentemente con distintas figuras del blues, aprovechando su éxito para
acercarse a aquellos que tanto habían hecho involuntariamente para que éste se
produjera. Quizás su colaboración más célebre sea “Hooker’n Heat”, junto al
indiscutible ídolo dorado que es John lee Hooker, mientras que la anécdota más
entrañable es la de Sunnyland Slim, a quien reconocieron en un conductor de
taxi y convencieron para volver a los estudios a grabar unas canciones con ellos.
Además, junto a estos verdaderos mitómanos del blues, también han visitado
estudios y escenarios Clarence “Gatemouth” Brown, Albert Collins, a quien aconsejaron
mudarse a California para dar un empujón a su carrera, y Memphis Slim.
La banda conoció al veterano pianista de Memphis, de nombre
real Peter Chatman, en 1970 en París, lugar al que se había exiliado después de
un par de giras por Europa para intentar probar suerte en un terreno menos
plagado de viejos artistas de blues. La conexión fue inmediata y los
productores y managers de Slim hicieron el resto para que ese encuentro se
convirtiera en una sesión de grabación que, a pesar del interés mostrado por
los gestores de la carrera de Chatman, quedó en el olvido durante tres años,
hasta que otros ilustres visitantes llegaron a la capital gala tres años
después. Así, The Memphis Horns, la sección de metales de la discográfica Stax,
incluyeron algunos arreglos en esas grabaciones y finalmente el disco vio la
luz en Francia, mientras que el resto del mundo tuvo que esperar hasta 1981
para poder disfrutar de este recuerdo de un fin de semana lejos de la oficina.
Como en el caso de Hooker o, más tarde, Brown, Canned Heat
le deja el protagonismo casi absoluto a Memphis Slim y se limita a ejercer como
una banda de apoyo más que eficiente y, eso sí, con un puntito de intensidad
algo mayor al acostumbrado por el viejo bluesman
dada su experiencia más centrada en el blues-rock. Así, a pesar del cambio de
banda, Chatman se siente a sus anchas en canciones marchosas, como los shuffle “When I were young” y “Mother Earth”, los instrumentales “Boogie duo” y “Mr. Longfingers” y las
baladas blues “You don’t know my mind”, “Five long years” y “Trouble everywhere
I go”, canciones en los que comparte los pasajes instrumentales con las
guitarras de Harvey Mandel y Alan Wilson. En este grupo de canciones se
encuentra uno de los mejores momentos, “Paris”, un tema a medio camino entre el
rock’n roll y el swing que cierra el disco.
El toque algo más rockero y guitarrero que imprime Canned Heat a las
canciones de Memphis Slim en ocasiones se desboca un poco más, creando sonidos
algo menos ortodoxos pero perfectamente imbricados en el resultado final del
álbum. Así, en el instrumental “Whizzle wham”, se elige un ritmo casi
desenfrenado y se deja a la guitarra la voz cantante, mientras que esta mayor
intensidad y versatilidad rítmica también se deja ver en la contundente “Black cat cross my trail” y en “Down that big road”, de cierta cadencia funky.
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