Wednesday
morning, 3AM
Simon &
Garfunkel
Folk, 1964
El resurgimiento del folk en los años 60 del pasado siglo no
fue casual. A pesar de que sí hubo algunos artistas que se unieron al
movimiento por motivos estéticos, para explorar las capacidades expresivas de
este tradicional estilo o simplemente sumarse a unos sonidos de moda, fueron
los muchos frentes abiertos a nivel político y social, en EEUU pero también en
el resto del mundo, los que impulsaron a que se eligiera esta forma de hacer canciones
para contar las nuevas realidades o reinterpretar los clásicos con una nueva
lectura más apegada a la actualidad.
De este modo, se crea una doble condición en estos nuevos
artistas, que mezclan su carácter de grandes poetas, cantantes y letristas con
la misión de ser cronistas de su tiempo y voces privilegiadas que representen
las ansias de toda una generación. De este modo, unos con más cuidado del
empaquetado final y otros con la vista puesta en el mensaje, toda una nueva
generación de cantautores y grupos se encargaron de actualizar y revitalizar el
pop, haciéndolo interactuar con otros estilos más populares como el pop y el
rock. Desde Bob Dylan y Joan Baez a Neil Young y John B. Sebastian y sus Lovin’
Spoonful, todo era nuevo folk.
Para Paul Simon y Art Garfunkel, esto del folk no era algo
natural, como si hubieran crecido en una ambiente rural de los estados del Sur
o en un pueblo de los Apalaches. Eran de un barrio relativamente acomodado de
mayoría judía en Nueva York, por lo que su acercamiento a estos sonidos
tradicionales procedía de una inquietud intelectual tan en boga en el ambiente
bohemio del Village, así como pasaba en la costa Oeste en la cosmopolita San
Francisco. Crecidos como amigos, compartieron las influencias de Elvis Presley
y, sobre todo, de The Everly Brothers, cuya forma de armonizar las voces es el
descubrimiento capital para la futura carrera musical del dúo.
Este disco de debut, totalmente acústico, muestra esa doble
preocupación como artistas y ciudadanos del mundo. Por un lado, las dotes
narrativas y líricas de Simon se dejan entrever de una forma muy clara en
canciones como “Sparrow”, muy influida por la literatura británica clásica, o
“Bleecker street”, de corte más narrativo aunque con fuertes imágenes evocadoras.
La culminación artística de la buena pluma, tanto letrística como musical del
joven neoyorkino, se deja ver en “The sounds of silence”, el que será su primer
gran éxito cuando sea incluido, ya con más arreglos y una banda completa, en el
siguiente disco. Por otro lado, el original “Wednesday morning, 3AM” y la
versión “Peggy-O”, ambas de temática
amorosa, continúan esta línea de cierta preocupación por las posibilidades
estéticas del pop, así como “The sun is burning”, con melodías y armonías que
se acercan un poco más al pop, o “Benedictus”, una misteriosa adaptación de un tema
tradicional que se convierte en un impresionante ejercicio vocal.
En su faceta más comprometida y contestataria, y al margen de la
pertinente versión de “The times they are a-changin´”, omnipresente en casi
cualquier disco de una nueva banda de folk en aquellos años, Simon firma una
emotiva obra maestra de corte pacifista como “He was my brother”, que se une al
otro ejercicio antibelicista del disco, la versión de “Last night I had the strangest dream”. Además, el dúo aborda la interpretación de dos canciones de
temática religiosa con una cierta carga sarcástica para denunciar la demagogia
de cierta parte de la sociedad y la política de la época, “You can tell the
World” y “Go tell it on the mountain”, siempre con sus arreglos vocales nacidos
en su pasión por The Everly Brothers.
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