jueves, 21 de noviembre de 2013

Por la tangente

Almost blue
Elvis Costello
Country-rock, pop-rock, 1981
Intentar poner una etiqueta fiable a la prolongada carrera de Elvis Costello es una misión casi imposible. Si muchos artistas y bandas tienden a diversificarse con el paso del tiempo, normalmente dentro de un mismo estilo, el caso del compositor británico cumple con este guión, abarcando además diferentes influencias y sonoridades que, a lo largo de los años, se han ido incorporando a su repertorio de soluciones musicales y haciendo, por tanto, más variadas sus canciones en cuanto a matices, arreglos, temáticas y recursos.

De este modo, a lo largo de los años, el energético pop-rock de Costello se ha ido tiñendo de soul, blues y country según han ido pasando los discos, a la vez que sus baladas ganaban en lirismo. Además, ha tenido tiempo de adentrarse en los secretos de la composición de los diferentes estilos, dedicando álbumes enteros a determinados géneros, principalmente la música negra y el country, además de atreverse a una aventura mucho más arriesgada para un cantante pop: la composición de una ópera y otras piezas de música clásica.

Este “Almost blue”, no muy recibido por la crítica en su año aunque reconocido como una de las grandes obras de Costello décadas después, fue publicado tras los tres discos iniciáticos de la new wave a finales de los setenta, un intento de adentrarse en el mundo del soul y el reggae y un regreso al pop-rock vitaminado propio de sus primeros días. En el álbum, el objetivo es homenajear a los cantantes y compositores del country más añejo, además de algunos de los aventurados intrépidos que se encargaron de definir el country-rock, dos sonidos que, a pesar de la distancia geográfica y cultural con un joven londinense, habían configurado parte de las influencias del cantante para su desenfadado pop-rock. Sin embargo, y a pesar de intentar respetar de forma ortodoxa sus preceptos, la personal voz de Costello y los músicos de The Attractions hacen que algunas de estas viejas versiones aterricen en un terreno más cercano a los sonidos propios de pop vitalista de sus discos anteriores.

De este modo, el clásico de Hank Williams “Why don’t you love me (like you used to do)?”, que abre el discio, se convierte en un desenfrenado rock’n roll con toques de power-pop, al igual que ocurrirá más adelante con “Honey hush” y su nueva sonoridad pop-rock. Costello también consigue llevar a su terreno algunas baladas, como “Good year for the roses” y “Too far gone”, que intentan respetar la instrumentación campestre pero acaban reinterpretadas por la personal forma de cantar del ‘otro’ Elvis.

Sin embargo, Costello sí consigue su propósito de homenajear a sus viejos héroes en un buen puñado de canciones, como las baladas “Sweet dreams”, “Brown to blue” y “Colour of the blues”, un “How much I lied” de aires folk-rock, un “Sittin’ and thinkin’” de cadencia más bluesera y dos experimentos con el ritmo honky tonk como son “Success” y “Tonight the bottle let me down”. Sin embargo, el testimonio más emotivo y valioso de la pasión del músico inglés por el country se produce en “I’m your toy”, interpretación cargada de sentimiento del clásico “Hot burrito #1” de The Flying Burrito Brothers de Gram Parsons. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Rompiendo los moldes

Get ready
Rare Earth
Blues-rock, soul, funk-rock, rock psicodélico, 1969
Hay un dicho que afirma que, para hacer una tortilla, hay que romper primero los huevos. Extrapolando esta aseveración al terreno musical, el refrán vendría a significar que el desarrollo de nuevas fronteras musicales y mezclas estilísticas conlleva necesariamente la rotura de los prejuicios y límites existentes hasta el momento, normalmente impuestas por el mercado y la industria. De este modo, los momentos de mayor ebullición musical, de mayor mezcolanza y, por tanto, progreso a nivel creativo, han supuesto revoluciones en mayor o menor medida.

Rare Earth no fue el primer grupo de chicos blancos que se atrevieron a sacar a relucir sus influencias de estilos tradicionalmente negros, no tanto el blues tan vivamente actualizado a lo largo de la corriente década como del funky y el soul, hijos del gospel, el jazz y el rhythm’n blues, que ya llevaban unos años contaminando de ritmo los oídos de músicos y melómanos de todas las razas. Tampoco fue la primera banda en fichar por Motown, una compañía especializada en soul y que, en aquellos turbulentos años, trataba de abrirse a nuevos públicos no tanto en lo estilístico como en lo referente a nuevas bandas. Sin embargo, Rare Earth sí fue pionero en una cosa: en convertirse en un éxito de ventas en dicha discográfica a pesar de no contar con un solo músico de color en su formación.

Después de un prometedor disco de debut, Motown decidió dar una oportunidad a este quinteto en el que el blues-rock tan en boga en aquellos años se mezclaba de forma prácticamente natural con funky y el soul, estilos en los que la discográfica de Detroit estaba especializada gracias a un control total del proceso de producción de las canciones. Rare Earth respondió favorablemente a la confianza con un puñado de composiciones exitosas y versiones de algunos hits del catálogo de Motown, lo que llevó a que la discográfica creara un nuevo sello llamado precisamente como el grupo para abrirse a un mercado más rockero.

“Get ready” deja bien claras las buenas maneras de la banda en las sonoridades soul y funky, siempre aderezados con toques de rock y jazz de la mano de los ambientes creados por el teclado de Kenny James, los experimentos guitarreros de Rod Richards y el virtuosismo protagonista del saxofón de Gill Bridges. El tema que da título al álbum, versión extendida del clásico de The Temptations, deja espacio para que todos los músicos den rienda suelta a sus capacidades musicales, entroncando en lo estilístico con canciones como “In bed” y “Feelin’ alright”, que ahondan en el funk-rock que hará conocida a la banda.

Sin embargo, además de las mezcolanzas de raíz negroide, Rare Earth también se deja seducir por sonidos más propios de la escena rockera del momento. Así, “Magic key” tiene que ver con el pop psicodélico propio de la época, un estilo que también se encuentra presente en “Train to nowhere”, aunque con un toque más soul, mientras que “Tobacco road” deja vislumbrar las influencias blues de los primeros años de la banda.