miércoles, 26 de septiembre de 2012

Desde Texas con amor (al blues)

Degüello
ZZ Top
Rock sureño, blues-rock, 1979
El sur de Estados Unidos, zona de vastas llanuras con una importante mezcolanza intercultural, se ha convertido, con el paso de los años, en un crisol de sonidos que hace que las bandas procedentes de estados como Texas, Florida, Louisiana o Georgia presenten una riqueza de influencias habitualmente mayor a los nacidos en otras zonas del país. De este modo, el rock sureño supone una etiqueta amplia en la que se enmarcan grupos cuyos sonidos beben indistintamente y con diferente intensidad del blues, el boogie, el soul, el gospel, el rock’n roll clásico o el country.

En este caldo de cultivo, ZZ Top se ha revelado como una de las formaciones más reconocibles dentro de la gran variedad que supone el rock sureño. Con un estilo más centrado en el blues-rock y los sonidos rudos, el trío tejano va dejando detalles del resto de músicas tradicionales o populares en la zona, dotando a su rocoso sonido de ciertos matices, en ocasiones inapreciables, que lo diferencian de otros grupos contemporáneos o imitadores.

“Degüello” supuso el esperado regreso de la banda a los estudios después de un parón de más de dos años desde su último concierto, lo que hizo que el disco fuera un éxito de ventas, a pesar de que únicamente se lanzaron dos singles en la radio de la época. Y es que grabaciones como “Tejas” o “Tres Hombres” habían creado un numeroso grupo de seguidores fieles que se dejaban seducir por la honestidad y la contundencia del sonido del trío de Texas. Esta vuelta a los ruedos musicales no podía pasar inadvertida, por lo que la banda, que había dejado crecer sus barbas en el periodo de descanso, decidió adoptar la imagen por la que se han hecho famosos, además de firmar uno de los mejores discos de su carrera.

El álbum se abre con “I thank you”, versión de una canción del dúo de soul Sam & Dave, llevada magistralmente al terreno de la banda sureña, con un afilado sonido de guitarras, una importante influencia ‘bluesera’ y un ambiente fronterizo. Entre los cortes más destacados, se encuentra la exuberante “I’m bad, I’m nationwide”, un despliegue de las mejores virtudes de la banda, como el sentimiento blues en la instrumentación y la voz, la compenetración entre sus componentes y el sonido contundente.

Además de esta demostración de las peculiaridades de la banda, ZZ Top también aborda otros sonidos a lo largo del disco, como el rock’n roll, que es honrado en “She loves my automobile” y “Hi Fi mama”, o las cadencias funky de “Lowdown in the streeet” y “Cheap sunglasses”. El blues más clásico está representado por la balada “A fool for your stockings” y “Dust my broom”, versión del clásico de Robert Johnson acreditada a Elmore James en el disco, mientras que la banda hace un guiño a los inminentes años ochenta con ciertas concesiones new wave y punk en “Manic mechanic” y “Esther be the one”.

jueves, 20 de septiembre de 2012

El ritmo que nace en la calle

The Meters
The Meters
Funk, 1969
El funk es un estilo musical nacido de la tendencia natural de los músicos de juguetear con las escalas y los ritmos, de mezclar todas sus influencias e intentar siempre ir un paso más allá, de juntarse sin partituras ni estructuras y dar rienda suelta a sus gustos y su talento. De este modo, de forma prácticamente natural, se consiguió dar forma a un sonido que pronto consiguió el favor del público gracias a su cadencioso groove y a su facilidad para hacer bailar a sus oyentes, con elementos extraídos del blues, el rhythm’n blues, el soul y el jazz, que fueron los encargados de alumbrar unas canciones de ritmos sincopados y fraseos inesperados.

The Meters fue una de las bandas más representativas de este estilo en sus primeros años. A pesar de que su éxito comercial no fue masivo, sí es cierto que el cuarteto de Nueva Orleans, que posteriormente fue incorporando más instrumentistas para enriquecer su sonido, fue y sigue siendo una de las principales influencias para los músicos que han perpetuado este estilo, uno de los grandes baluartes de este sonido que, sin comparación con la repercusión social de James Brown, gran figura del funk en la época, sí ha dejado un enorme poso en los artistas posteriores, una sombra que se alarga hasta la actualidad.

La banda estaba liderada por Art Neville, teclista y vocalista, que se rodeó de buenos intérpretes de la zona, como el guitarrista Leo Nocentelli, el bajista George Porter y el batería Joseph “Zigaboo” Modeliste, para hacerse un hueco en la escena musical de Nueva Orleans, siendo contratados también como banda residente del sello discográfico de Allen Toussaint, Sansu Entreprises. Al margen de sus grabaciones para otros artistas, la banda también decidió labrarse un camino por su cuenta, abordando principalmente composiciones instrumentales, sobre todo en sus primeros años, algo no tan extraño entonces como en nuestros días gracias al éxito de Broker T. & the MG’s, que ya habían alcanzado cierta reputación con algunos de sus hits en la década de los 60, o del teclista Billy Preston, que lanzó varios discos con versiones instrumentales de populares canciones pop de la época.

“The Meters” es su primer disco y, aunque moderadamente, sí tuvo un cierto éxito, con la inclusión de dos de sus canciones, “Cissy strut” y “Sophisticated cissy”, en los puestos altos de la lista de R&B. Como bien se pudo observar a lo largo de su carrera, el álbum demuestra el gran conocimiento de estos músicos del soul y el blues, estilos que abordaban en sus grabaciones como banda de apoyo en estudio, y sus devaneos de influencia jazz en busca de nuevos senderos musicales.

Este deber discográfico se abre con “Cissy strut”, canción paradigmática del personal sonido del grupo, con un ritmo contrapeado, una contundente sección rítmica, un envolvente acompañamiento al órgano y unos riffs de guitarra igualmente sorprendentes y reconocibles. En esta misma línea, el álbum incluye temas como “Cardova”, “Ease back” o “Sing a simple song”, versión instrumental de un tema lanzado un año antes por Sly & the Family Stone. Con una cadencia más marchosa, “6V6 LA”, nombrada así por el modelo de válvulas de los amplificadores del grupo, es una composición que destaca por la poderosa introducción de guitarra y el incansable ritmo de batería, mientras que “Art” se sumerge en las influencias rhythm’n blues del grupo para actualizarlas y llevarlas hacia el nuevo estilo.

A pesar de ello, también hay cortes en los que la voz cantante la lleva el teclado, dando como resultado partes más melódicas y fácilmente cantables, como “Live wire” o “Here comes the meter man”, siempre dentro de la reconocible sonoridad totalmente funky del grupo. Además, el resto de influencias se dejan notar, con tintes soul en “Ann” y las baladas “Sophisticated cissy” y “Stormy”, o el New Orleans style de “Sehorn’s farm”.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Entre la poesía y la exuberancia

The wild, the innocent & the E Street shuffle
Bruce Springsteen
Rock, 1973
Bruce Springsteen es ahora conocido como el enérgico y rabioso trovador que cuenta historias de la calle y se rebela contra las injusticias de la sociedad actual. Sin embargo, sus inicios se encuentran lejos de los himnos con que ha ido jalonando su carrera. Deslumbrado por la lírica de los grandes poetas de la generación de cantautores de los 60, sobre todo de Bob Dylan, y con una gran influencia de todo tipo de estilos musicales, desde el rock’n roll clásico al funky pasando por el folk, el blues o el soul, la primera etapa de The Boss se caracterizaba por canciones exuberantes y sin límites, con gran cantidad de partes y ambientes destinados a ilustrar relatos escritos con un gran conocimiento del alma humana y cierta pericia literaria.

Este “The wild, the innocent & the E Street shuffle” es el segundo album en la carrera del trovador de New Jersey, un disco que recibió muy buenas críticas dada la originalidad de sus siete canciones y la osadía del por entonces joven artista. Además, con la experiencia compositora del “Greetings from Asbury Park” y con el éxito de “Born to run” a la vuelta de la esquina, este LP supone también el inicio de la conformación de lo que será su banda habitual a lo largo de su larga trayectoria, The S Street Band, con la incorporación de Clarence Clemons, Danny Federici y Gary Tallent y la colaboración especial del teclista David Sancious.

En lo musical, el disco hace gala de la urgencia de la juventud de Springsteen y de la exuberancia procedente de su gran talento. Historias cargadas de emoción gracias a una lírica entre lo literario y el lenguaje de la calle pelean por ser contadas con un trasfondo musical sin prejuicios ni reglas fijas, pensado únicamente para crear el ambiente necesario en cada capítulo del relato; canciones casi épicas que no se preocupan por su minutaje o su estructura sino por el sorprender al oyente y dar el toque sentimental necesario a cada pasaje de los textos.

El álbum se abre con “The E Street shuffle”, una tema marchoso, desenfrenado, con el rock y el funky como principales influencias y dedicado al ambiente de una noche de fiesta. Sin embargo, y al margen de “Rosalita (come out tonight)”, canción inasible, ingobernable por alguien ajeno a la materia y de sonoridades variopintas, y del ritmo cambiante con un pie en el jazz y otro en el blues y el rock de “Kitty’s back”, el ambiente de este segundo lanzamiento de Springsteen es más bien reflexivo y melancólico.

Así, “4th of july, Asbury Park (Sandy)” es una tierna balada al uso, de emoción contenida pero siempre presente, mientras que “Incident on 57th street” utiliza sus variados pasajes para ir desgranando una historia de personajes solitarios y amores encontrados y fugaces. El folk y los sonidos lejanos al rock’n roll, con mandolina, tuba, trombón y armónica, entre otros instrumentos, se hace presente para describir el ambiente de un deprimente circo en “Wild Billy’s circus story”. El disco se cierra con “New York City serenade”, un medio tiempo melancólico sobre encuentros en la noche con una impresionante introducción de cuerdas y piano.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Un sueño cumplido

No reason to cry
Eric Clapton
Rock, 1976
A pesar de ser un destacado guitarrista siempre relacionado con el blues y el rock, una de las pasiones menos evidentes de Eric Clapton ha tenido que ver con estilos más alejados de esta primigenia influencia, como la delicadeza y la emoción del pop-rock de George Harrison o el versátil y sorprendente folk-rock de The Band. De este modo, y con una cierta libertad creativa a lo largo de décadas, las grabaciones de su larga trayectoria en solitario siempre han contado con algunas pizcas de los distintos sonidos que más le atraen, que incluyen también incursiones en el reggae o el “Tulsa Sound” de J. J. Cale. Sin embargo, una de las espinitas clavadas que siempre tuvo el músico británico es no haber podido enrolarse, a pesar de haberlo intentado, en el quinteto canadiense, de cuyo primer disco “Music from Big Pink”, quedó totalmente prendado.

Sin embargo, en 1976, en los últimos compases de The Band en la carretera, Clapton pudo satisfacer en mayor o menor medida este anhelo al contar con la colaboración de los cinco integrantes de su admirada banda en el disco “No reason to cry”, un álbum distinto en la carrera de ‘mano lenta’. Y es que, a pesar de tratarse de una de las figuras más importantes de las seis cuerdas, la guitarra, aunque omnipresente en estas canciones, pierde el protagonismo habitual en sus grabaciones, con un tratamiento más coral de los temas, mientras que el imprescindible blues pierde cierto peso a favor de sonoridades más cercanas al country y al folk.

Aunque los cinco integrantes de The Band aparecen en los créditos, Richard Manuel y Rick Danko se implicaron al máximo, participando en prácticamente todas las canciones del álbum y regalando a Clapton “Beatiful thing”, un medio tiempo de influencia folk que se convierte en uno de los mejores momentos del disco, muy cercano a aquello que siempre maravilló tanto al guitarrista británico del quinteto canadiense. Además, Danko canta a dúo con Clapton “All our past times”, una balada de sonido folk y sensibilidad pop-rock. Por su parte, Robbie Robertson y su reconocible guitarra, Garth Hudson y Levon Helm también tienen su importante aportación en este “No reason to cry”, así como Bob Dylan, uno de los primeros ‘jefes’ de The Band antes de iniciar su propia andadura, que compone y canta el tema “Sign language”.

Pero la influencia de los sonidos y las sensaciones del quinteto canadiense no se limitan únicamente a las canciones en las que cuentan con mayor protagonismo, sino que Clapton lleva a cabo una metamorfosis completa para completar un álbum que evoca más el campo que los grandes escenarios o los clubes de blues en las oscuras calles de Chicago. De este modo, “No reason to cry” contiene piezas como “Innocent times”, una intensa balada de influencia blues y, sobre todo country; “Black summer rain”, de clara influencia ‘harrisoniana’; “Hello old friend”, de concepción pop pero sonido folk, o “Hungry”, el tema más rockero pero que no deja de tener cierto regusto campestre. Incluso los blues que se interpretan, como “Carnival”, “County jail blues”, “Double trouble” o “Last night” (descarte que no se incluye en la edición original pero sí en el relanzamiento en CD), son abordados con otro espíritu, más cercano al country-blues y al estilo New Orleans.