The Blue Ridge
Rangers
The Blue Ridge
Rangers
Country,
1973
Creedence Clearwater Revival ha sido uno de los más exitosos
e influyentes grupos de la historia del rock’n roll. En un periplo de apenas
cinco años, el cuarteto capitaneado por John Fogerty se ganó las filias de gran
parte de los aficionados gracias a un puñado de ‘singles’ que destilaban buen
rock’n roll con influencias de estilos tradicionales como el blues, el country
o el folk, además de algunos ‘experimentos’ más arriesgados muy apropiados para
la época de finales de los 60 y principios de los 70. Al fin y al cabo, una
colección de canciones imprescindible para el disfrute y el desarrollo de la
música popular. Sin embargo, tras un periodo de gran intensidad de giras y
grabaciones, las tensiones en el seno de la banda, tanto artísticas como
económicas, dieron al traste con el proyecto, aunque sirvieron para que John
Fogerty pudiera dar forma a un viejo anhelo.
El líder de CCR había propuesto a sus compañeros la
grabación de un disco centrado únicamente en el country, uno de sus estilos
preferidos, con algunas canciones propias y homenajes a sus grandes artistas,
una idea que el resto de la banda no vio con buenos ojos ya que temían que su
popularidad, en aquellos momentos en su punto más alto, se resintiera por
cerrarse a sonidos tan tradicionales. Con la disolución del grupo, Fogerty vio
el cielo abierto para poder desmarcarse de su éxito anterior y de canciones
que, de tantas repeticiones, ya no le decían nada. Tanto fue así que su primer
disco en solitario, ese destinado a homenajear a sus héroes de juventud, ni
siquiera fue firmado con su nombre, sino por The Blue Ridge Rangers, un álbum
en el que él tocaba todos los instrumentos pero en la que no aparecía
acreditado y su imagen solamente aparecía en silueta a contraluz en la portada.
Sin embargo, una de las voces más reconocibles de la
historia del rock’n roll no tardó en ser desenmascarada y pronto sus seguidores
supieron que era Fogerty el que se escondía detrás de esas versiones de
canciones tradicionales o de artistas como Hank Williams, Jimmie Rodgers o
Merle Haggard. Y es que el disco reúne piezas que muestran las distintas
sonoridades dentro de este estilo, con guiños al rockabilly, el rock’n roll, el
gospel o el bluegrass.
El álbum destaca por el gran conocimiento del cantante de
los sonidos y los ‘trucos’ de este estilo, con un tratamiento totalmente
canónico de las canciones que se denota en cortes como “You’re the reason”, “Have
thine own way, Lord” o “California blues (blue yodel #4)”. De este modo, y con
una base tan ‘clásica’, la inconfundible voz de Fogerty resuena como la gran
protagonista de casi todos los temas, con una mayor dosis de emoción en las
baladas y temas de corte gospel, como “Somewhere listening (for my name)”, “She
thinks I still care”, “Today I started living you again”, “Please help me I’m
falling” y, sobre todo, en “Working on a building”, uno de los mejores momentos
del disco.
Sin embargo, a lo largo de estos 37 minutos de homenaje a uno de los
estilos más profundamente norteamericanos, también hay sitio para ritmos y
sonoridades distintas pero hermanadas. Así, el bluegrass hace aparición en
“Blue ridge mountain blues”, mientras que “Jambalaya” y “Hearts of stone” beben
de las fuentes del rock’n roll más campestre y “I ain’t never” recuerda el
glorioso (y reciente) pasado de Fogerty al frente de CCR.